viernes, 22 de diciembre de 2017

De calendarios y efemérides

22 de diciembre de 2017.

Hoy se cumplen 45 años del terremoto que destruyó Managua el 22 de diciembre de 1972. Por una matemática precisa del calendario, hoy cae en viernes, igual que aquel fatídico día de 1972.

El calendario se repite inexorablemente en ciclos de 28 años siguiendo la secuencia 6, 5, 6, 11. Hoy estamos a 45 años de 1972, o sea un ciclo completo de 28 años, más 6+5+6 = 28+17=45. No volverá a ser viernes 22 de diciembre hasta dentro de 11 años, en 2028.

Recuerdo con toda precisión todo lo que hice ese viernes 22 de diciembre de 1972. Me levanté temprano. Me dirigí al Aeropuerto Las Mercedes para esperar el vuelo de LANICA que llegaba a las 8:20 AM. Tenía que saludar a alguien que llegaba en ese vuelo.

Después de cumplir mi cometido pasé por el centro de Managua que estaba abarrotado de compradores ya que era el último día de compras antes de Navidad.

Regresé a casa a almorzar y luego pasé la tarde descansando ya que por la noche tenía que asistir a una boda en Masaya. Mi esposa estaba en casa de su madre haciendo el tradicional rompope y relleno de Navidad. Contraían matrimonio Lía Verónica Hueck, hija de Cornelio y mi compañero de estudios de INCAE José Velázquez. Yo estaba cursando el segundo año de la Maestría en INCAE.

Esa noche Dolly y yo viajamos a Masaya en el auto de mi cuñado Roberto Incer Barquero, casado con mi hermana Marisa, y como ellos se regresarían temprano hicimos arreglos con Carlos Siles y su esposa para el viaje de regreso.

La boda de José y la hija de don Cornelio es tal vez la más elegante y suntuosa boda a la cual he asistido, antes y después del acontecimiento. Como prominente líder político don Cornelio había reunido a una buena cantidad de ministros y altos funcionarios de estado. Estábamos casi todos los compañeros de estudio nicaragüenses. En la fiesta había de todo para comer, beber y bailar. Todos estábamos vestidos de riguroso smoking negro. Nos movíamos de un lado a otro saludando y departiendo con los asistentes. Los novios lucían felices y radiantes.

A eso de las 10 de la noche, la hora exacta no la puedo precisar ya que en la alegría de la convivencia no consulté mi reloj, un fuerte temblor sacudió el inmueble donde estábamos gozando de tan maravillosa fiesta. No se había servido la cena todavía y ya los asistentes comenzaban a alinearse para servirse el buffet. Los elegantes meseros se disponían a servir los manjares.

El temblor se sintió fuertísimo en aquellas casas masayenses. Inmediatamente cundió el pánico y el desorden. Todos buscaban las puertas. Mucha gente se dirigió a sus vehículos y simplemente se largó sin despedirse. En vista que el temblor no se había repetido y que no había daños visibles, Dolly y yo que estábamos en una mesa con Carlos y su esposa nos quedamos un rato más siguiendo siempre el principio que hay que evitar las salidas multitudinarias y esperar para salir después con calma. Mi cuñado y hermana ya se habían retirado

Tratamos de obtener información de algunos conductores de vehículos estatales que tenían radio ya que los teléfonos no funcionaban y todavía no había celulares ni otro medio de comunicación. Los radios daban noticias alarmantes de diferentes puntos de Managua. La población estaba alarmada en la capital y se volcaba a las calles y plazas. Se hablaba de que la carretera a Masaya estaba cortada por zanjas y que se habían abierto hoyos en varios lugares.

 Decidimos venirnos a Managua, Carlos y su esposa iban hasta Poneloya para iniciar sus vacaciones de Navidad, nos pasarían dejando por nuestra casa en el Reparto Bolonia cerca de la Casa Nazareth en Managua.


Viajamos sin novedad hasta nuestra casa en Managua. Encontramos a nuestros hijos sentados en la acera fuera de la casa, con los empleados que cuidaban de ellos, habían salido por el temblor y estaban atemorizados por no saber de sus padres. Tom tenía 6 años, María José 4 y Dolly 2. Nuestra hija menor Dolly se quejaba que la habían despertado y sacado a la calle por gusto y acusaba a la empleada de no dejarla entrar a la casa, ella no había sentido el temblor.

Eran como las 11 de la noche cuando llegamos a casa, no habíamos cenado, teníamos hambre y decidimos que como todo ya había pasado iríamos a cenar al Restaurante Los Gauchos, ubicado a la intersección del Paseo Tiscapa y la carretera a Masaya. Salimos para Los Gauchos y todavía tuvimos tiempo de cenar e iniciar nuestro viaje de regreso a la casa antes de las 12 y 25 AM hora del gran terremoto.

Apenas habíamos salido de Los Gauchos, nos aproximábamos a la intersección de la carretera a Masaya y el Paseo Tiscapa, ahí teníamos que hacer el alto ya que el Paseo Tiscapa tenía la preferencia. Disminuí la velocidad al acercarme a la intersección y de pronto sentí que no podía controlar el carro. Logré para completamente el carro y de repente vi que pasaban frente a mí árboles, las bancas de concreto que había alrededor del Paseo Tiscapa se precipitaban en la laguna y los carros que iban enfrente de mí se detenían bruscamente.

Un árbol cayó justo enfrente de un auto que venía adelante de nosotros obstaculizando la pasada. La caída del árbol fue segundos antes que pasara el vehículo, un segundo más tarde y hubiera caído sobre el vehículo. Era un árbol grueso y podría haber causado daño a los pasajeros del vehículo. Salió el conductor asustado y lo logré identificar, era el Dr. Ignacio Chávez Diaz que había sido mi profesor en el Instituto Pedagógico de Managua. No era momento de saludar, la vía estaba obstruida, había que regresar y buscar otra ruta para llegar a nuestra casa.

Muchas de las vías que conocemos actualmente todavía no estaban construidas. Regresamos sobre la carretera a Masaya hasta la intersección con la calle de acceso a la UCA que era de tierra. Pasamos frente a la UCA y llegamos hasta la intersección con el camino que conduce al Nejapa Country Club, hoy rotonda del periodista, doblamos a la derecha sobre dicha ruta y llegamos hasta lo que hoy es rotonda del Huehuense, pasamos por el costado del Hospital del Retiro y luego por la avenida que conduce al Estadio Nacional llegamos hasta nuestra casa.

Durante el lento trayecto desde el Paseo Tiscapa donde estábamos en el momento del temblor fuerte que destruyó Managua hasta nuestra casa nos tomó cerca de una hora. Había una profunda obscuridad que nos impidió ver detalles. Todo parecía normal, pero en obscuridad. Como era zona despoblada tampoco oímos gritos o movimiento de personas.

Al llegar a nuestra casa y reunirnos con nuestros hijos comprobando que estaban ilesos comenzamos a oír gritos y a ver gente que pasaba diciendo que había tales y cuales daños. No había ni luz, ni agua, ni teléfonos. Tampoco nos atrevíamos a entrar a la casa. Nos sentamos alrededor de la puerta principal y en la profunda obscuridad aguardamos la madrugada.

Aproximadamente a las 4 de la mañana llegó un vehículo del Banco Central anunciándonos que nuestros familiares que vivían en casa de mi hermana estaban todos ilesos. Al poco rato llegaron las hermanas de Dolly para informarnos sobre sus padres. Ellos estaban bien pero no quisieron moverse de su casa.

Al amanecer pudimos comprobar los daños de nuestra casa, eran extensos lo cual hacían la casa temporalmente inhabitable, sin embargo, no había ningún peligro de mayores daños o derrumbes y pudimos entrar a alistar algunas pertenencias antes de trasladarnos a otro lugar.

Los daños en la casa de los padres de Dolly eran mayores y en la casa de mi hermana y su esposo casi no había daños. Temprano de la mañana y en el vehículo del BCN avanzamos un poco hacia las Calles Colón y 27 de mayo y comenzamos a darnos cuenta de los daños y de la mortandad que había ocurrido. No nos atrevimos a entrar al centro de la ciudad, sin embargo, nos llegaron noticias de personas que venían del centro de rescatar a familiares que la destrucción era casi total.

Nos comenzamos a enterar de familiares y amigos que habían muerto y de las operaciones de rescate que se llevaban a cabo. Algunos familiares de Dolly llegaron de Diriamba y nos ofrecieron refugio en sus casas en esa ciudad.

Por la tarde decidimos trasladarnos a Diriamba. Íbamos en nuestro pequeño auto Opel nosotros dos, nuestros tres hijos y algunas pertenencias esenciales para sobrevivir unos cuantos días esperando poder regresar a Managua o bien buscar un lugar de refugio permanente. La fila de carros era interminable, teníamos poca gasolina ya que no habíamos planeado ningún viaje fuera de la ciudad. La fila de carros avanzaba lentamente por la pista del 7 Sur hacia la carretera sur y luego a diversos destinos. Apenas pudimos llegar a Diriamba donde nos abastecimos de combustible antes que se agotara.

El 22 de diciembre era el cumpleaños de mi suegra. Ella dedicaba este día para hacer el rompope y el relleno de Navidad. Esta tradición la sigue mi esposa, ella invariablemente los hace este día.

El 22 de diciembre de 1940 falleció en León mi abuela materna doña Gregoriana de Deshon, 2 días después de un accidente automovilístico que sufrió en la carretera León-Poneloya.

Por todos estos motivos hoy, para mí, es un día de reflexión.  


lunes, 11 de diciembre de 2017

Aniversario de Bodas

Hoy 11 de diciembre de 2017 se cumplen 52 años de mi matrimonio con Dolly Guadalupe Alemán. Fue un sábado por la mañana en la Iglesia de El Carmen en Managua. El 11 de diciembre de 1965.

La boda la celebró Monseñor Manuel Salazar, Párroco de Diriamba quien más tarde fue Obispo de León. Nuestros padrinos fueron el Dr. Edmundo Mendieta y doña Daisy Briceño de Mendieta.

La ceremonia se celebró en la vieja Iglesia de El Carmen destruida por el terremoto de 1972.

Dolly y yo, a continuación celebramos nuestras bodas en los salones del Nejapa Country Club, también destruido por el terremoto del 72.

Incluyo algunas fotos de nuestras bodas.




domingo, 10 de diciembre de 2017

10 de diciembre de 2017

Día de los derechos humanos. No he podido continuar mis publicaciones en Nicaragua de Antaño ya que el administrador del grupo no ha aprobado 2 de mis últimos aportes.

viernes, 8 de diciembre de 2017

8 de diciembre de 2017

Fiesta de la Inmaculada Concepción. Anoche mientras veía por televisión la gritería enfrente de la Catedral de León me dio un ataque de nostalgia y tomé la decisión de revivir este blog que ha estado dormido por más de tres años. Y no es que no he estado escribiendo durante ese tiempo. Tengo más de 20 años de anotar diariamente mis actividades. Escritas a mano, con pluma y tinta como me enseñaron a escribir. Una especie de diario, más bien una crónica.

Poco a poco voy poniéndolas en formato digital y las incorporaré al blog.

Hace algunos años inicié el blog pero no dio resultado. A muy pocos le interesó. Espero que ahora sea diferente. Estaré publicando notas puntuales por medio del grupo Nicaragua de Antaño, pero también pueden entrar al blog directamente.

Por favor hagan comentarios. Iniciemos diálogo. Yo tengo muchas cosas que contarles y también quiero escuchar de ustedes.